El lenguaje publicitario, además de comunicar ideas, las concibe, las desarrolla. Es un lenguaje repleto de signos que abarcan diferentes mecanismos que nos indican a fin de cumplir las siguientes funciones: provocar el efecto buscado y exponer la situación o producto tal y como desea el anunciante que sea presentada.
Un excelente lenguaje no salva a un producto malo, pero un lenguaje inadecuado puede hundir a un producto bueno.
He de decir que soy partidario de que las campañas publicitarias, incluso las de más éxito, deben ser modificadas de vez en cuando. La gente cambia, los productos cambian, y los mercados también. Una forma de estropear una campaña es conservarla con reverencia. Deben evolucionar para continuar siendo relevantes. Muchas veces, empiezan a perder impacto, en el sentido que el mercado experimenta tantos cambios que es necesario utilizar nuevos mensajes.
Dependiendo de los objetivos inmediatos que persigan (los anunciantes), existen distintos tipos de campañas publicitarias.
Aunque aparentemente las metas que deseen alcanzar diferentes tipos de campañas de una misma empresa sean distintas, en el fondo se complementan y coordinan entre sí y todas van encaminadas a lograr el éxito, tanto a corto como a largo plazo del producto, y en definitiva, de la marca.
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